Hay veredas que hablan de historia. Y cuando las
de la calle 25 de Mayo cuentan la suya los nombres históricos van surgiendo
sin querer. Jacome Cleramboux, soldado y constructor, compró en 1738 su solar
en esta calle -entre Juan Carlos Gómez y Bartolomé Mitre - donde muchos años
después edificó su palacete don Juan Dámaso Jackson (…). Edificó allí una
casa con sala, alcoba y "un cuarto alto de ladrillo cocido por fuera, y
por dentro crudo", tasada en mil pesos en 1751, verdadera opulencia si
se la compara con la vecina vivienda del sacristán García de Avila, estimada
sólo en doscientos pesos en la misma fecha. En la esquina de la que hoy es
Juan Carlos Gómez, en el ángulo que mira hacia el sureste, el poblador Felipe
Pérez de Sosa tenía el plantío de hortalizas. 25 de Mayo -que aún ni soñaba
llamarse así algún día- vivía entonces su edad agrícola.
No tardó el progreso en hacer su irrupción. Las murallas generaron el famoso Portón; el Portón generó la importancia mercantil de la calle y su tránsito tan movido; la importancia y el tránsito generaron el empedrado -el primero que conoció Montevideo- y la iluminación, también la primera que conoció calle alguna de esta capital, y naturalmente que a vela… En el solar de García de Avila, don Antonio Barreiro y Ramos abrió hace ciento diez años su librería. En el solar contiguo -el que había sido de Cleramboux- los Jackson levantaron su morada solariega. Y al lado de ésta, levantó la suya don Alejo Rossell y Rius, hoy también desaparecida. Eran primos políticos Rossell y Rius y Juan Dámaso Jackson, cuyas mujeres, además de vecinas, fueron primas hermanas. De la misma manera, y por primas sus mujeres, fueron primos políticos otros dos ilustres vecinos de esta cuadra: don José Serrato y don Juan José Amézaga, ambos Presidentes de la República. Las veredas enlazan moradas y personajes. Hay gente a la que no le importan éstos ni aquellas. Hay otra gente. en cambio, que sabe valorar lo que atesoran las viejas veredas cuando, como éstas, pueden contar la historia de la ciudad y son la memoria viva de un devenir de dos siglos y medio. Tal vez sea por eso que hay quienes montan empresas de demolición y quienes se especializan en restauración de antigüedades. |
de: Memorias de la calle Del Portón
autor: Ricardo Goldaracena publicado en Suplemento Dominical del diario EL DIA, década de 1970.
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